Sin señal de internet en Canto de la Selva, mi celular cumplió la función de despertador y cámara fotográfica. Me levanté a las 6:30 am y salí a correr un rato, es impresionante el rugido de los monos. Por terracería disfruto un trote ligero por 30 min. Regreso para desayunar e iniciar la jornada del día. El hotel acondiciona la sala de televisión para las ponencias. Al inicio nos presentamos, para conocer cuál es nuestra experiencia. Interesante la colaboración multidisciplinaria y multiinstitucional, somos principalmente ingenieros y biólogos. Los participantes son Natura y Ecosistemas Mexicanos A.C, Centro del Cambio Global y a Sustentabilidad del Sureste (CCGSS), Instituto de Ciencias del Mar y Limnología UNAM, El Colegio de la Frontera Sur, World Wildlife Fund-México.

Escuchamos las ponencias, se inicia con el contexto socio-ambiental de la cuenca del río Usumacinta, un estudio de la pérdida de vegetación donde es impresionante cómo en tan poco tiempo se ha incrementado la tala. Se presenta el Programa Nacional de Reservas de agua y la NMX-159 que son instrumentos legales para la protección del ambiente. ¿El objetivo? Aplicar la metodología holística para la determinación de caudal ecológico para un decreto de reservas de agua. Es importante la identificación de la información y la colaboración entre los grupos, cada quien juega un papel importante. En este proyecto me tocará participar en la Hidrogeología, es decir, en el estudio de los acuíferos y el movimiento del agua subterránea. Ya en la tarde veo una noria y planeo junto con las chicas de vegetación realizar un perfil microtopográfico del río hacia la noria. Realizamos el perfil y medimos el nivel al espejo de agua de la noria (profundidad del nivel estático) y también medimos algunos parámetros in situ con una sonda. Esto ayudará entender la dinámica río-acuífero. Al final de la reunión realizamos un recorrido en una zona de rehabilitación de la selva, donde la naturaleza hace su “magia”, cuando el hombre deja de intervenir. El último día de la reunión salimos en lancha hacia la estación Chajul, hay un letrero que dice “Estación para la Conservación de la Biodiversidad. Dedicada a promover actividades para la protección, conservación, restauración, investigación y difusión de los recursos naturales de la Selva Lacandona, para beneficio de México y la humanidad”. Desembarcamos y hay una pequeña construcción donde se observa dos líneas que marcan el nivel de inundación en 1988 y en 2010. Además de los grandes árboles, es una zona de conservación de las guacamayas, fotografiamos algunas que están en los árboles y continuamos el recorrido. Julia Carabias nos platica la dinámica de la selva, algo que llama mi atención es que hay caída de árboles debido a que, con las inundaciones extremas, las raíces se humedecen, pero en secas es más extremo por lo que esto hace que estas raíces se debiliten lo que ocasiona la caída. También nos platica que en la última inundación con cuerdas tuvieron que “caminar” por la estación, pero que si querías tocar un árbol para apoyarte no había forma porque todos los “bichos” ya lo tenían ocupado, también buscando protección. En esta estación también se invita a niños de 9 a 15 años para una estancia a través de un concurso ¡Qué viva la selva Lacandona! Terminamos la visita, convencidos de que vale la pena seguir investigando a favor de la biodiversidad, las guacamayas rojas se quedan quietas sin saber que existe todo un equipo de “sapiens” (o al menos eso intentamos) para que sigan existiendo en la selva. También en la estancia del hotel hay unos libros de fotografías de la vida en la selva, leo una nota: “Si todos los bichos murieran el ser humano desaparecería en 50 años, pero si el ser humano desaparece se regeneraría la biodiversidad en 50 años”